Sanar la herida del aborto es posible gracias al trabajo que realiza Spei Mater una asociación de la Iglesia católica que además, asiste a madres con embarazos difíciles y ofrece formación para la pastoral provida de las parroquias
Todo empieza con una llamada al teléfono del Proyecto Raquel al 618 300 383 responde Mayte Acero, quien garantiza una confidencialidad casi sacerdotal. Llaman mujeres que están a punto de abortar, amigas que han aconsejado a otras y hombres que no pueden vivir con la pérdida de un hijo que, o bien ellos forzaron a abortar, o bien no nació porque les dejaron fuera de la decisión (en los últimos meses, las llamadas de hombres han pasado de representar un 10 a un 25% de los de casos que atiende Spei Mater).
Una vez hecha la llamada, hay que derivar a esa persona a un consejero y debe hacerse muy rápido para que sienta que ha encontrado por fin un brazo al que agarrarse, señala Acero. A partir de ese momento comienza en el Centro de Orientación Familiar (COF) que le corresponda, el proceso de sanación del síndrome post aborto (SPA). Josefina Sisniega, coordinadora del Proyecto Raquel, hace hincapié en que las heridas que deja un aborto, son sobre todo, espirituales. Muchas mujeres creen que sus hijos no las van a perdonar, y ante este sentimiento crean un mecanismo de defensa, pero, con el tiempo, la herida supura. Aquí vienen jóvenes y señoras de hasta 80 años; mujeres que se han sometido a uno, dos, tres, incluso cuatro abortos, por eso, el tiempo de cura del SPA varía de unas a otras, apunta Sisniega.
Con todo, la media del proceso sanador dura unas 15 semanas. Pasar de eso que ocurrió a personalizar a un bebé con un sexo y un nombre es el primer paso para la sanación. “Se enfrentan a la verdad –afirma Mansilla–, y se dan cuenta de que mentía quien les dijo que ‘no pasaba nada’. Por eso, sienten mucha ira. Además, se sienten víctimas de una sociedad que las incitó a abortar y una vez sanadas, desaparecen sus problemas depresivos, de alimentación y sueños”, concluye. “En este proceso – añade Sisniega– entran en juego no solo consejeros, sino que Proyecto Raquel es una red que incluye psicólogos y sacerdotes, estos últimos encargados de que la persona sienta el perdón de Dios y se perdone a sí misma. Afirma Mayte Acero que en este proceso "tranquiliza a muchas mujeres saber que su hijo está ubicado, aunque sea en un Cielo en el que no creen; saben que está ahí y en la fase de duelo se celebra una misa funeral"