Durante estas semanas de insólita cuarentena que nos ha obligado a quedarnos en nuestras casas, hemos visto la creatividad apostólica transformar catequesis, misas y adoraciones al entorno virtual. No ha sido diferente para la iniciativa que nos propone el equipo de 40 Días por la Vida Madrid, formado fundamentalmente por jóvenes.
Los grupos internacionales pro-aborto se apresuraron a aprovechar la pandemia de COVID-19 para pedir más fondos y menos restricciones al aborto basadas en reclamos no verificables, informa C-Fam.
No me parece casualidad que esta tremenda crisis que estamos viviendo haya coincidido con la Jornada por la Vida y con la aprobación en España de la ley de la Eutanasia que nos han introducido a marchas forzadas nada más empezar esta legislatura, marcada por un innegable sesgo ideológico y dictatorial.
Hay un refrán que me gusta mucho y que dice “Si quieres hacer a Dios reír, cuéntale tus planes”. Parece ser que existe en otros idiomas porque me sorprendió oírselo a Abby Johnson, directora de una clínica abortista y actual activista provida después de que Dios le abriera los ojos a la maldad del aborto y se encontrará a si misma rezando a la puerta de la clínica de Planned Parenthood que ella misma había dirigido.
Hay algunas palabras que están muy de moda y se convierten en mantras que todo el mundo dice y que en realidad no se sabe muy bien que significan y que llevan detrás.
Una de ellas es “acompañar” y otra es la “escucha activa” y esto lo proponemos como solución a todo. Más adelante hablaré de acompañamiento pero hoy vamos con la escucha activa: sus virtudes pero también sus nefastas consecuencias en ocasiones.