Los globalistas y el coronavirus - Vida Humana Internacional

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Human  Life International

 

Publicado originalmente en inglés  el 13 de abril de 2020

Permanezcamos vigilantes en estos tiempos de crisis

 

Es desconcertante leer a Henry Kissinger en el Wall Street Journal argumentando que un fracaso en la “transición al orden posterior al coronavirus” podría “incendiar el mundo”. Kissinger es bastante impreciso sobre cómo luciría exactamente este “orden” posterior al coronavirus, pero como señala un escritor, la larga historia de amistad de Kissinger con China y la falta de mención en su artículo sobre el papel de China en desatar esta pandemia no es reconfortante [1].

 

Pero para los defensores de la vida humana y la familia hay muchas más razones para estar preocupados por un “orden posterior al coronavirus” de cualquier manera que este orden sea iniciado o guiado por Kissinger o su visión del mundo. Kissinger, después de todo, es el arquitecto del documento NSSM-200 del Departamento de Estado de EEUU de 1974, también conocido como El Informe Kissinger. Como escribí recientemente, este infame documento explícitamente estableció la política oficial de EEUU para exportar el control de la población a las naciones en desarrollo en nombre de la protección de la seguridad nacional y los intereses financieros de EEUU. Este documento maquiavélico analiza las formas en que el gobierno de EEUU podría inundar los países en desarrollo con anticonceptivos (con empujones y guiños sobre la necesidad de impulsar el aborto también) al mismo tiempo que da la impresión de que EEUU está principalmente “preocupado” por el bienestar de estas naciones.

 

“Nunca dejes de aprovecharte de una crisis”

 

Hay un viejo refrán, maquiavélico también, y a veces erróneamente atribuido a Churchill, que dice: “Nunca dejes de aprovecharte de una crisis”. Desde hace mucho tiempo, los que tienen una agenda y sed de poder han reconocido que una situación de confusión les proporciona una gran oportunidad. En tiempos de caos, las estructuras antiguas y establecidas a menudo se desestabilizan o incluso se abolen, mientras que las personas a menudo están mucho más abiertas a los cambios radicales que se ofrecen en nombre de una solución o simplemente están demasiado distraídos para darse cuenta o resistirse cuando tales cambios se desarrollan.

 

Esta pandemia global no es diferente. Por esta razón, las personas que defienden la vida y la familia, y que también aman la fe y la libertad, tienen todas las razones para sospechar cuando los globalistas antinacionales, simpatizantes del gobierno comunista y autoritario de China, y partidarios entusiastas del control de la población, y del aborto legal y la anticoncepción financiados por los gobiernos, se ofrecen para sugerir que tienen la “solución” a nuestro problema actual.

 

De hecho, gran parte de la evidencia que respalda nuestras preocupaciones es tan pública y tan explícita que no es necesario inventar complejas teorías de conspiración. Tampoco hay necesidad de cuestionar los motivos. Personas como Bill Gates pueden ser perfectamente sinceras cuando dicen que quieren usar su dinero, poder y experiencia para encontrar una solución a esta pandemia que salvará muchas vidas. Puede que sean sinceros, pero también sabemos, sin lugar a dudas, que sus principios éticos y políticos son peligrosamente erróneos. Por ejemplo, Bill y Melinda Gates han dejado bastante claro que el control de la población está en la cima de su lista de prioridades. (“Si realizamos una gran labor en cuanto a suministrar nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, reduciremos la población a quizás un 10 o 15 por ciento”, dijo Bill Gates en una conferencia en 2010). De hecho, personas como Gates han abierto sus enormes billeteras en conformidad con lo que han dicho. Han gastado miles de millones de dólares en inundar a los países en desarrollo con anticonceptivos (muchos de los cuales son abortivos). Estaríamos en lo cierto al sospechar de las propuestas de gente como Gates, ya que sería ingenuo no pensar que cualquier “solución” que Gates proponga para la crisis actual podría estar contaminada por su cosmovisión anti-vida, secularista y elitista.

 

Por supuesto, la gente podría objetar que la pandemia del coronavirus no tiene nada que ver con el problema del ataque contra la vida humana, y por lo tanto, aquí hay pocas oportunidades para que los líderes mundiales antivida la utilicen para su agenda. A esto respondo: ya lo están haciendo. Considere a Canadá, donde el gobierno de Trudeau ha utilizado un proyecto de ley de ayuda para lidiar con el coronavirus de $150 millones como excusa para prometer aún más dinero para promover los mal llamados “derechos sexuales y reproductivos”, los cuales sin lugar a dudas incluyen el apoyo al aborto y a la anticoncepción [2]. Esto se suma a los miles de millones de dólares que Canadá ya ha prometido a la agenda internacional contra la vida [3]. 

 

Mientras tanto, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) está preocupado por el impacto del coronavirus en los “servicios de salud sexual y reproductiva”, que en lenguaje de la ONU incluye la anticoncepción y el aborto [4]. Esta es la misma agencia de la ONU que cree que necesitamos gastar $ 68.5 mil millones en anticoncepción y aborto [5] y que cooperó notoriamente con la brutal aplicación de la política de un solo hijo por familia del gobierno chino [6].

 

En todo el mundo, los activistas proaborto están utilizando la pandemia como una excusa para aflojar las restricciones a los abortos químicos. Olivier Véran, ministro de Solidaridad y Salud de Francia, recientemente lamentó la caída “alarmante” del número de abortos durante la pandemia del coronavirus y dijo que los abortos (mal llamados) médicos “deben ser alentados y facilitados” [7]. “¡Alentados!” Lamentablemente, incluso la antigua Irlanda católica, que recientemente le dio la espalda a los inocentes que no han nacido todavía al legalizar el aborto, ha aflojado las regulaciones, para permitir a las mujeres abortar químicamente a sus bebés en sus propias casas, sin siquiera haber visto a un médico [8]. Uno se pregunta: cuando la pandemia haya pasado, ¿se restablecerán las restricciones a los abortos por medio de fármacos (mal llamados abortos “médicos”)? Lo dudo.

 

Tengamos cuidado con los ataques a nuestras libertades

 

Finalmente, aunque no está directamente relacionado con los problemas de la vida y la familia, debe mencionarse el posible abuso de la crisis actual para socavar los derechos y libertades individuales debido a la excesiva expansión del poder y la vigilancia por parte de los gobiernos.

 

En las últimas semanas y meses, varios estados, sobre todo China, han implementado medidas de vigilancia extraordinariamente intrusivas aparentemente diseñadas para rastrear y controlar la propagación del virus. Además, en todo el mundo estamos viendo la imposición y la aplicación de bloqueos extremos. Sin duda, algunas de estas medidas son justificables temporalmente para evitar una catástrofe peor. Por otro lado, la historia ha demostrado que los gobiernos a menudo impondrán medidas extraordinarias en un momento de crisis y luego, convenientemente, no revocarán esas medidas una vez que la crisis haya pasado.

 

No es necesario mirar muy lejos para encontrar casos concretos, y a veces absurdos, en las últimas semanas en los que las autoridades legales de EEUU hayan sobrepasado lo razonable o constitucional, imponiendo regulaciones y multas por conductas que no representan el menor riesgo para nadie [9]. Considere, por ejemplo, las multas y arrestos dirigidos a activistas provida que rezan o aconsejan a las mujeres fuera de las mal llamadas “clínicas” de aborto [10], ¡a veces por “violar” las órdenes de quedarse en casa que aún no estaban vigentes! [11] ¿Y qué debemos pensar de estos comentarios escalofriantes de un burócrata de la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien calmadamente sugirió que las autoridades pueden tener que “buscar a las familias para encontrar a las personas que pueden estar enfermas para sacarlos y aislarlos”? [12]

 

En los últimos años, los defensores de la vida y la familia han experimentado de primera mano lo que sucede cuando los tecnólogos anti-vida y anti-familia desarrollan y controlan las tecnologías que gobiernan sus vidas. Los gigantes de las redes sociales han impuesto códigos de expresión que los usuarios deben cumplir a riesgo de ser prohibidos. Las infracciones que merecen el hacha pueden ser tan básicas como declarar públicamente que el sexo está determinado biológicamente. Tenemos buenas razones para preocuparnos de que los tecnócratas y las autoridades gubernamentales utilicen la pandemia del coronavirus como una oportunidad para abrogarse más poder [13].

 

Deberíamos preocuparnos de que hombres como Bill Gates a menudo parezcan extrañamente optimistas [14] acerca de los problemas éticos planteados por el uso de nuevas tecnologías para rastrear los comportamientos y movimientos de los ciudadanos, aparentemente para el bien común [15] . Y no hace falta ir muy lejos para encontrar políticos globalistas que expresen una admiración por lo que China puede “lograr” gracias a su estructura de poder autoritaria de arriba hacia abajo [16]. El estar preocupados y tener cuidado con las implicaciones de cómo podría usarse el coronavirus para erosionar los derechos de privacidad, en detrimento a largo plazo de la libertad religiosa y la causa provida y a favor de la familia, no es producto de un supuesto fanatismo acerca de teorías conspirativas; es solo tener sentido común.

 

Nuevamente, algunas medidas extraordinarias pueden justificarse temporalmente para salvar vidas. La virtud cívica exige la aceptación responsable de medidas razonables que contribuyan al bien común. Pero ahora necesitamos tener un diálogo abierto y sincero, aunque sea difícil, sobre cuáles son exactamente los límites constitucionales y morales y cómo monitorear que estas medidas se reviertan en el momento en que la crisis haya pasado y no que esas medidas permanezcan indefinidamente.

 

Somos un pueblo de la Pascua

 

Por supuesto, como señalé hace unas semanas, también están surgiendo muchas buenas noticias en medio de la crisis [17]. Recientemente, por ejemplo, el Estado de Texas prohibió temporalmente todos los abortos durante la crisis del coronavirus, excluyendo con razón el aborto de la lista de servicios “esenciales”. Por supuesto, Planned Parenthood,el grupo más abortista de EEUU, lanzó de inmediato una apelación legal de emergencia contra esta decisión. Pero hasta ahora, los tribunales se han puesto del lado de Texas.

 

Tenemos razones para esperar que la Corte Suprema también reafirme las decisiones de cortes inferiores y las políticas provida de ciertos estados. Mientras tanto, es muy probable que se salve la vida de innumerables bebés, ya que a sus madres se les da la oportunidad de repensar una decisión que a menudo toman apresuradas por el miedo o bajo la presión de esposos o novios que no las apoyan.

 

Esta pandemia es trágica y conduce a la pérdida de muchas vidas. Pero Dios es grande y puede sacar provecho de estos momentos. De hecho, permítanme aclarar que nada de lo que he escrito en este artículo debe considerarse como una defensa del miedo o la desesperanza o incluso una sospecha excesiva. Es de sentido común que varios poderes públicos o privados, algunos de ellos mal dirigidos o maliciosos, utilizarán esta crisis para su propio beneficio, promoviendo agendas que amenacen a nuestras familias, la dignidad inherente de toda persona humana y la libertad religiosa. Sin embargo, como dice una campaña reciente de laicos católicos, “Somos un pueblo de la Pascua” [18]. Y como pueblo de la Pascua, nuestra postura, que ya hemos asumido previamente, es de esperanza, ya que sabemos que, independientemente de las pruebas y tribulaciones que debamos soportar, Cristo ya ganó la victoria (ver Juan 12:31).

 

Como dice el tradicional saludo de Pascua: “Khristós Anésti! ¡Alithós Anésti! (¡Cristo ha resucitado! De hecho, ¡ha resucitado!)