La revolución sexual que ha enterrado a la encíclica Humanae Vitae

FUENTE: EL DEBATE- PATXI BRONCHALO
 
La encíclica Humanae Vitae, de San Pablo VI está escrita en 1968, en los inicios de la mal llamada «revolución sexual». Digo mal llamada porque la supuesta revolución ha supuesto toda una involución hacía una sociedad en la que la dignidad de la vida de los hombres y las mujeres ya no está tan valorada y en la que la familia como estructura sólida que todos necesitamos para tener amparo y seguridad tiende a debilitarse y desaparecer. El Papa fue profeta con este escrito que muchos hoy quieren enterrar, quizás porque escuece ver cómo lo que dijo se va cumpliendo. Vamos a hacer un repaso de algunas de sus profecías, que están en el punto 17 de la encíclica, vayan ustedes a buscarlas y leerlas.
Primero, Pablo VI advirtió que la regulación artificial de la natalidad abriría el camino a la infidelidad en los matrimonio. Fácilmente vemos que así ha sido. Hoy, para muchas personas, el cambio de pareja es normal, no ven en el Matrimonio un compromiso para siempre. Y muchos de los que quieren ser fieles han sufrido al ver que sus cónyuges no lo han sido. Familia que se rompen, niños y adolescentes que sufren, webs dedicadas a promover la infidelidad como liberación, y así un largo etcétera. Esto es la revolución. No hay que engañarse, al separar el sexo de la apertura a la vida genera la mentalidad de que el sexo es un fin en sí mismo, de que somos meros cuerpos que podemos usarnos sin importar la fidelidad y el compromiso. Pablo VI tenía razón.
Segundo, el Papa italiano advirtió que la cultura que se estaba creando desembocaría en la degradación moral, el «todo vale». Así es para muchos hoy, así se enseña como algo depositario a las nuevas generaciones. Da igual con quien te acuestes, lo que hagas y las consecuencias que haya. Decía otro Papa santo, Juan Pablo II, que lo contrario de amar es usarse. Ciertamente, si se vacía al amor de la fidelidad, la entrega y la apertura a la vida, lo que queda es simple sexo de usarse y tirarse, o de tirarse y usarse. Cuánto sinsentido y cuántas personas engañadas descubriendo a revolcones que el mero sexo no puede llenar los vacíos existenciales. A cuántos otros, este estilo de vida que promete libertad les ha atrapado.
Tercero, Pablo VI también fue visionario en ver que esta forma de vivir la vida acabaría por perder el respeto a la mujer. También cumplido hoy, en muchos hombres que no saben el valor del corazón de la mujer, que dejan de preocuparse por su equilibro físico y psíquico y las ven como meros objetos para el disfrute. La pornografía lleva décadas contribuyendo muchísimo a esta visión. Nunca se ha hablado tanto de respeto a la mujer, y nunca se la ha denigrado más. Mujeres que piensan que han de hacer cosas denigrantes por complacer al hombre. Mujeres tomando pastillas cada día para poder tener sexo para agradarles. Mujeres tomando la bombas de la píldora abortiva como si fuera aspirina ante un posible embarazo. Mujeres abortando empujadas y animadas por quienes no las entenderán y acompañarán en las secuelas posteriores. Mujeres que se han creído las mentiras del feminismo radical y ven la esponsalidad y la maternidad como sus grandes enemigos y limitadores, que van contra ellas mismas, muchas veces como huida y consecuencia del maltrato de los hombres. Hombres que no son hombres sino cobardes, que bajo la fachada de quererlas les han perdido el respeto, tan como predijo Pablo VI en Humanae Vitae.
Estas son solo algunas de las profecías que el bueno de Pablo VI hizo de todo esto hace 58 años . Y resulta que muchos se le echaron al cuello. Esperado es que lo hicieran los enemigos de la Iglesia pero muy dolorosos los ataques que venían de dentro por parte de fieles, sacerdotes y obispos. ¡Cuánto sufrió! Me pregunto cuántos de aquellos que, llevados por la idea de una Iglesia hecha no a la medida de Dios sino del hombre, recapacitarían después.
¡Y cuántos confiaron en sus enseñanzas! Aún con muchas dificultes y sufrimientos, cuántos matrimonios han vivido en fidelidad y en apertura a la vida. Conozco muchos. Es profundamente injusto decir que Humanae Vitae no vale. Por ellos. Y por la verdad de la sexualidad humana.