Los españoles nos estamos extinguiendo, pero si luchamos por la vida, en Cristo tendremos la victoria

Por María José Mansilla Arcos
Presidenta de Spei Mater Representante en España de VHI

Recientemente se ha publicado el Informe sobre «Demografía y Natalidad en España” del Instituto de Política Familiar. Pese a que hablar de la demografía es casi un tema tabú, el informe ha tenido eco en los medios de comunicación generalistas por lo demoledor de sus conclusiones: los españoles nos estamos extinguiendo.

¿Qué ha pasado en España para que hayamos llegado a este punto? Si bien cuando se plantea por qué las personas no tienen hijos o tienen menos hijos se argumentan motivos económicos, verdaderamente no puede obviarse, lo cierto es que estadísticamente no es cierto que los países más ricos ni que las familias más acomodadas tengan más hijos. De hecho en España las mujeres que tienen más hijos son las inmigrantes, que son las que social y económicamente están más desfavorecidas.

Otra de las causas particulares en España que el estudio menciona como causa del descenso de la natalidad es la conciliación laboral y familiar. Ciertamente en España los horarios laborales son absolutamente antifamiliares: jornadas laborales maratonianas y padres ausentes durante 12 a 14 horas al día que dificultan, cuando no impiden, la maternidad y la vida familiar. Por otra parte, la precariedad en el trabajo agravada por la crisis económica y el llamado «moobing maternal” es un factor añadido.

Pero el verdadero motivo es otro: España es un país devastado por la «cultura” de la muerte. Como nos enseña San Juan Pablo II: «La muerte de Dios en el corazón y en la vida de los hombres es la muerte del hombre".

La situación de España es estratégica, por una parte es puerta de Europa desde África y por otro es un espejo donde se miran los países latinoamericanos. Además, España ha sido durante siglos «la católica España". Todos estos factores la han hecho especialmente atractiva como campo de prueba privilegiado de la reingeniería social anticristiana.

Son varias las leyes que han ido minando y destruyendo nuestra conciencia social y moral: la ley Aido que consagra el aborto, el divorcio express y el matrimonio gay como «derechos». Y lo peor de todo es que en este momento ningún partido del espectro parlamentario defiende políticas por la familia y la vida, todos aceptan la ideología de la muerte como incuestionable y persiguen judicialmente a cualquiera que se oponga.

A la hora de analizar la situación en España debemos sin duda mencionar la carta de D Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares «Por un plato de lentejas». En ella explica los verdaderos motivos por los que se retiró la reforma de la ley del aborto en España, que si bien no era la ideal, suponía un avance en la defensa del no nacido:

"Si matar a un inocente no-nacido es reconocido por la 'ley' como un 'derecho', toda corrupción o iniquidad es posible, tanto en el ámbito público como en el privado. Pero atención, para poder matar a un hermano antes hay que matar a Dios (al Padre), o venderlo: ambas cosas hemos hecho. ¡Tanto podríamos decir sobre esto! Que a nadie le extrañe, pues, la situación en la que se encuentra postrada España y buena parte del mundo".

El estudio nos propone algunas medidas para paliar este desolador panorama demográfico: aumento de las ayudas por hijo hasta alcanzar el nivel medio de la Unión Europea, medidas de apoyo a la maternidad y la infancia, pago universal por hijo... Todas ellas son necesarias y en algunos países europeos donde se están empezando a implantar estas medidas está habiendo un pequeño rebrote de la natalidad.

Sin embargo, la batalla es más extensa y más profunda, una batalla contra una anti-cultura donde la vida humana no tiene valor ni dignidad por sí misma y donde los hijos ya no se perciben como un don de Dios sino que están subordinados al deseo de los adultos; si no son deseados se les descarta y si lo son se emplea cualquier técnica para tenerlos, bien sea a través de la antivida fecundación in vitro o de los llamados vientres de alquiler.

Nuestra batalla, como nos recuerda el Apóstol San Pablo, «no es contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso...» (Ef 6, 12). Sin embargo, tenemos que mirar al futuro con esperanza sabiendo que Dios ya ha vencido (cf. Jn 12, 31) y que España, que lamentablemente se encuentra ahora en esta situación, es también tierra de grandes santos y de grandes gestas de la fe y estamos llamado a ser una punta de lanza en esta nuestra hermosa misión de proclamar el Evangelio de la Vida. Acojamos la vida y a Su Autor «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado» (Mc 9, 36).

Para obtener más información sobre éste y otros temas relacionados con la defensa de la vida humana y la familia, diríjase a Vida Humana Internacional.

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