Abortismo: el poder contra la política

​   El abortismo internacional es mucho más que un lobby: es una doctrina difundida a marchamartillo por los poderes económicos más carentes de escrúpulos, como los Rockefeller, los Ford, los Gates, etc., y por la masonería. Utilizando la ONU, ha conseguido que ésta retire los fondos para el desarrollo a países pobres que no aprueban leyes abortistas. Todas las legislaciones abortistas en el mundo desarrollado y en los países pobres tienen su origen en ese laboratorio, un laboratorio que utiliza los medios de comunicación para crear estados de opinión pública favorables al aborto: fabricando encuestas falsas para mover la opinión de los que no quieren quedarse fuera de la mayoría, presentando casos extremos donde la vida del niño parece atentar contra la de la madre y haciendo creer que el aborto es una forma de progreso y de liberación de la mujer.

  Por eso, porque conozco el poder del abortismo internacional, no me podía creer lo que oía cuando Gallardón presentó su valiente propuesta de ley del aborto. Cierto que toda ley que aún permita la muerte de inocentes es injusta e insuficiente. Pero su apuesta para restringir el aborto eugenésico, -por el que se mata a más del 90% de los niños con síndrome de Down-, y sus trabas para impedir el fraude en el aborto por problemas de salud de la madre, eran algo que me parecía completamente imposible que el abortismo internacional permitiera. Lo de menos iban a ser medios de comunicación, asociaciones y partidos políticos presionando a favor del aborto. Lo de más serían llamadas telefónicas de los que de verdad mandan en el poder económico y político mundial, señalando que aquello no se iba a permitir en un país como España, que además podía ser un espejo en el que se mirasen otros países de Hispanoamérica. Les había costado décadas y mucho dinero llegar a violentar la conciencia y las constituciones de muchos países americanos, como para ahora aceptar el riesgo de una rebelión política internacional contra el aborto.

  Sin embargo, viendo la gallardía con que la propuesta se defendía en el Parlamento, y tras su aprobación en el Consejo de Ministros, llegué a pensar que estábamos ante una de esas faltas de cálculo de ese poder del mundo en la sombra, una de esas situaciones en las que la verdadera política se filtra por las escasas rendijas de una perversa y oculta manipulación de nuestra ovinocrática sociedad. En el discurso político se había colado, por una vez, la verdad, sin duda aprendida de auténticos defensores de la vida, de personas realmente implicadas en la atención a mujeres desamparadas y coaccionadas hacia el aborto por su entorno o sus difíciles circunstancias.

  Pero no; o quizá sí, pero al final no. Me equivoqué. El poder abortista ha barrido a la verdadera política, como las olas de marea barren los castillos de arena que hacen los niños en la playa. No voy a decir que me sorprende. Me sorprendió Gallardón, me sorprendió su "conversión" y me ha sorprendido su honradez al dimitir. Aunque no estoy de acuerdo con sus ideas en muchas otras cuestiones de índole económico y social, me da pena que el único político auténtico que he conocido abandone la política. Quizá es que se ha dado cuenta de que hacer verdadera política hoy es imposible. Pienso que algunos dirigentes del PP y el propio Gallardón no sabían hasta qué punto el aborto es un dogma tabú para los grandes poderes económicos y para los sombríos manipuladores de la sociedad a nivel mundial. Ahora ya lo saben.

  Nosotros seguiremos rezando por la vida, ayudando a las madres, concienciando a quien nos pueda escuchar sobre el valor sagrado de toda vida humana y acogiendo a las personas que ya han caído en la tentación del aborto y sufren en su psicología dañada las terribles consecuencias. Sabemos que venceremos, porque la Vida es Cristo, y Él ya ha vencido. Todo sirve al bien de los que aman a Dios, incluso el pecado.