Sobre el Anteproyecto de Ley del aborto

Ser humano de 12 semanas de gestación

Feto en la semana 12

   Cada ser humano que viene al mundo fue pensado por el amor de Dios. ¿Qué importa que aún sea muy pequeño, que todavía no pueda pensar, expresarse o actuar como nosotros, para que sea ya inmensamente valioso, humanamente valioso? Cualquier persona puede percibir en su conciencia que toda vida humana, por pequeña, débil o enferma que parezca, debe ser acogida, respetada, protegida, cuidada, amada.

   Por eso, el derecho a la vida está por encima de las leyes. Éstas deben reconocerlo y protegerlo. “Todos tienen derecho a la vida” –dice la Constitución Española, en su artículo 15. Cualquier ley que establezca plazos o supuestos para no respetar la vida de un solo ser humano, resulta injusta, aun cuando sea menos mala que la anterior. Por consideración a la vida de cada uno, no podemos echar las campanas al vuelo, porque la nueva ley propuesta no protege la vida de todos.

   Dicho anteproyecto de ley, sin embargo, mitiga algunos extremos de la horrorosa ley anterior, y eso lo convierte en blanco de dura oposición para el abortismo político y económico, tan poderoso a nivel nacional e internacional. El texto incluye la derogación de la ley de 2010, que permitió el aborto sin condiciones en las primeras 14 semanas de gestación, sin permiso paterno a partir de los 16 años, e impuso su enseñanza universitaria. Si se llega a aprobar así la nueva ley, el aborto no se permitirá de forma generalizada –penalizando a los “médicos” que lo practiquen, no a las madres-, pero se incluirá como prestación sanitaria en caso de violación previamente denunciada, malformación grave incompatible con la vida (se excluiría por tanto el síndrome de Down, la espina bífida, etc.) y en caso de previsible daño para la salud física o psíquica de la madre, considerado por dos especialistas independientes del centro de abortos.

   Si las condiciones referidas se llegaran a cumplir realmente, se evitarían más del 95% de los 112.390 abortos que se declaran anualmente en España (dato de 2012). Sin embargo, el hecho de que se mantenga como supuesto el riesgo para la salud psíquica de la madre, hace temer que esta ley se podría convertir en un coladero, como ocurrió con la de 1985. Este supuesto es, además, contrario a la realidad; varios estudios científicos muestran que las mujeres que abortan sufren precisamente más trastornos psíquicos, depresión,  suicidio y adicciones que aquellas que dan a luz a sus hijos (p. ej, Fergusson, 2006; Coleman, 2011). La experiencia de atención personal y espiritual en el post-aborto nos revela día a día la realidad de esos datos. Muchos varones también resultan afectados por una decisión tan contraria a la naturaleza humana.

   Es positivo que promovamos leyes más justas, pero también son imprescindibles programas de apoyo a la maternidad en situaciones que a veces son muy difíciles. En esto se hace muy poco; “ofrecer” el aborto a las embarazadas en dificultades es la excusa perfecta para eludir el compromiso social. En Andalucía se desechó en 2007 un proyecto de ley de iniciativa no partidista, sino popular, avalado por más de 85.000 firmas de andaluces, para crear una red social de ayuda a la maternidad.

   Aún más preocupante es que los propios cristianos nos ocupemos aún demasiado poco de atender las necesidades específicas, personales y sociales, de las parejas o mujeres solas en estas situaciones. En contacto con esta realidad, estamos llamados a orar y dar testimonio, con amabilidad y claridad, de amor por toda vida humana, en toda circunstancia. Queremos acoger y llevar la esperanza y la misericordia de Dios también a las personas que sufren ocultamente, en su ánimo y en su conciencia, el trauma de un aborto provocado. Por eso hemos empezado en la Diócesis de Cádiz y Ceuta el “Proyecto Raquel”, que procura la sanación de estas mujeres desde una perspectiva integral.

Con insistencia y confianza, pedimos a Dios que toque los corazones de todos, para que aceptemos y cuidemos a cada ser humano. Merece la pena vivir el amor de verdad, íntegro y entregado, libre y responsable, capaz de fundar familias acogedoras y hacernos realmente felices, aun en medio de las debilidades que todos tenemos.

Emilio Alegre

Spei Mater, Cádiz y Ceuta