El padre Julián Lozano denuncia las campañas de publicidad que cosifican a la mujer

FUENTE : FORUM LIBERTAS

En los últimos tiempos, hemos sido testigos de un fenómeno publicitario que ataca directamente a la dignidad de la mujer y su  cosificación en la publicidad. En el contexto de Madrid, el sacerdote Julián Lozano ha alzado su voz en redes sociales, denunciando las campañas de ropa interior femenina que invaden las marquesinas de autobús. Su crítica (puedes consultarla aquí) se fundamenta en una profunda reflexión sobre las imágenes que se presentan y su impacto en la percepción de la belleza y el valor de las mujeres.

La publicidad y su mensaje

El padre Julián señala que las campañas publicitarias actuales en Móstoles, y en general en Occidente, son una muestra de cómo se ha llegado a banalizar la belleza femenina. El mensaje detrás de estas imágenes es claro:

A los hombres les gusta mirar la belleza de las mujeres. A las mujeres les gusta que las miren en su belleza».

Sin embargo, esta visión superficial y reduccionista tiene consecuencias nefastas.

La lógica que subyace en la publicidad es la explotación de la belleza, convirtiendo a la mujer en un objeto de deseo.

Las campañas no se limitan a mostrar productos, sino que buscan atraer la atención de los consumidores a través de la provocación, lo que, a su vez, provoca en los hombres una mirada que cosifica a la mujer.

En lugar de apreciar a la mujer en su totalidad, se limita la visión a sus rasgos físicos, lo que genera una visión distorsionada de su valor intrínseco como persona.

La Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II

Desde la perspectiva de la teología del cuerpo de San Juan Pablo II, se hace evidente que cada persona es un reflejo de la imagen divina, creada con dignidad y propósito.

Esta dignidad se ve profundamente comprometida cuando se reduce a la mujer a un mero objeto visual. La teología del cuerpo nos enseña que el cuerpo no es solo una envoltura física, sino que expresa la persona en su totalidad, incluyendo su ser interior, su espiritualidad y su valor.

El padre Julián enfatiza que la publicidad actual no ayuda a los hombres a ver a la mujer en su valor completo, sino que los incita a enfocarse en sus aspectos sexuales. Esto no solo empobrece la relación entre hombres y mujeres, sino que también contribuye a un ciclo de frustración y disfunción en las relaciones interpersonales. La cosificación de la mujer a través de imágenes manipuladas y retocadas promueve una imagen inalcanzable que muchas mujeres intentan imitar, afectando su autoestima y su percepción de sí mismas.

Consecuencias de la cosificación

Las consecuencias de este fenómeno no son triviales. El padre Julián destaca que el consumo de pornografía y la exposición constante a imágenes sexualizadas han generado una crisis en la vida sexual de muchos hombres.

La búsqueda de modelos de belleza irreales ha llevado a la incapacidad de tener relaciones saludables y significativas, ya que la realidad no se alinea con las expectativas impuestas por la publicidad.

Además, las mujeres se ven atrapadas en una trampa. Por un lado, se les presenta un ideal de belleza inalcanzable que, al ser retocado digitalmente, se convierte en un estándar imposible de lograr.

Por otro lado, la presión social les sugiere que deben exhibir su belleza física para ser valoradas y aceptadas. Esto es un mensaje destructivo que apoya la idea de que la autoestima de una mujer debe estar ligada a su apariencia, y no a su ser integral.

La responsabilidad de la publicidad

La reflexión del padre Julián nos invita a repensar cómo nos miramos y cómo tratamos a los demás. Ojalá, dice, «nos ayudemos a mirarnos en lo precioso que somos cada uno», y esto incluye una llamada a reconocer la dignidad que poseemos como seres humanos.

La verdadera belleza no radica en la exhibición de la intimidad o en la búsqueda de aprobación externa, sino en la comprensión de nuestra dignidad intrínseca. Por lo tanto, es fundamental que tanto hombres como mujeres aprendan a valorarse y a vestirse de manera que refleje su dignidad.

Las campañas deben ser diseñadas de manera que respeten la dignidad de la mujer, evitando la explotación de su imagen para la venta de productos. No se trata de eliminar la presencia de la mujer en la publicidad, sino de hacerlo de una manera que celebre su belleza sin reducirla a un mero objeto de consumo.

El padre Julián concluye su mensaje con una llamada a la reflexión y la acción.

No debemos permitir que la publicidad continúe transmitiendo mensajes que dañan a las mujeres y a los hombres. Debemos trabajar juntos para crear una cultura que valore la dignidad humana y celebre la belleza en su forma más auténtica. Solo así podremos construir un mundo donde cada persona sea vista y valorada por lo que realmente es, y no por lo que los anuncios quieren que veamos.

Que podamos, como sociedad, abrazar esta visión y trabajar juntos hacia un futuro más digno y respetuoso para todos.

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