FORUM LIBERTAS - MIRIAN ESTEBAN
El Papa Francisco tiene razón: la ideología de género es uno de los grandes males de nuestra época. En el fondo estamos ante un claro problema de injusticia social.
La postura de la Iglesia Católica respecto a la ideología de género es clara: la idea de que los hombres pueden convertirse en mujeres o viceversa, o en cualquier otro «género», no solo está confundida, sino que es maligna.
«Lea con orgullo» y otras perversiones
Es maligna e impulsa acciones tan absurdas como esta: Scholastic, una de las editoriales y distribuidoras de libros infantiles más grandes del mundo, ha lanzado una «Guía de recursos» destinada a padres y maestros para promover su serie «Lea con orgullo».
Esta guía está diseñada para niños de todas las edades e incluye un glosario que define términos como «agender» (sin identidad de género) y «allocishet» (un término para «personas cuyo género y sexualidad son privilegiados por la sociedad»), entre otros términos que pueden resultar difíciles de comprender incluso para los adultos.
Por otro lado, Pearson, la mayor editorial de libros de texto universitarios con sede en Londres, en su sitio web, presentó un libro de texto sobre sociología que promueve el uso de «identidad de género» en lugar de «sexo biológico» para describir a los individuos.
A nivel mundial, son muchas las editoriales que producen material para el aula con el fin de adoctrinar sobre «ideología de género» a estudiantes de todas las edades.
Respuesta católica
Ante este adoctrinamiento, la respuesta de las instituciones católicas dedicadas a la educación debería de ser firme. Primero, cualquier colegio o universidad católica que acepte y comulgue con estas ideas violará directamente la enseñanza moral católica.
El Papa Francisco ha sido crítico con la ideología de género, describiéndola hace unos meses como «el peligro más feo de nuestros tiempos». Recientemente, en el documento Dignitas Infinita se afirma que «desear una autodeterminación personal, tal como prescribe la teoría de género… equivale a una concesión a la tentación ancestral de hacerse Dios». Además, añade que «cualquier intervención de cambio de sexo, como regla, corre el riesgo de amenazar la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción».
Si permitimos que el estado redefina el sexo, usará ese mismo poder para redefinir la libertad religiosa también. En Estados Unidos algunas instituciones católicas ya vieron venir esta situación y previamente solicitaron exenciones religiosas a partes del Título IX.
El Título IX se ha reescrito para obligar a las escuelas a tratar a los niños como si fueran niñas y viceversa, y a aceptar la identidad de género autodeclarada de cada estudiante.
Titulo IX
Ante estos hechos, en Estados Unidos, solicitar exenciones y optar por no recibir fondos federales, pueden ser medios prudentes para que las escuelas católicas se protejan del gobierno.
Sin embargo, este enfoque tiene limitaciones significativas. Obtener una exención puede ser un proceso largo, y el resultado no está garantizado, especialmente en el entorno político actual. El gobierno podría comenzar a acosar a las instituciones católicas con investigaciones del Título IX mucho antes de que se otorgue cualquier exención. Y mientras, optar por no recibir fondos federales puede ser una forma más rápida de evitar la interferencia estatal, la mayoría de las escuelas católicas no pueden mantenerse a flote a menos que acepten estudiantes que pagan matrícula con préstamos estudiantiles federales.
Sin embargo, al apelar a la libertad religiosa para evitar el cumplimiento del Título IX, las instituciones católicas sólo están reforzando la aceptación estatal de la ideología de género al conceder tácitamente que rechazar el transgenerismo es una cuestión de fe religiosa en lugar de un principio racional y antropológico.
El Papa Francisco tiene razón: la ideología de género es uno de los grandes males de nuestra época. En el fondo estamos ante un claro problema de injusticia social. Serás oprimido si no comulgas con ruedas de molino.